Nunca como en esta época socialista que nos ha tocado vivir, habíamos visto a España tan cubierta de m… Nuestra Historia está plagada de largas etapas de miseria, e incluso de violencia extrema, que fueron sentando las bases de esa leyenda negra cuya autoría atribuimos a envidia de gabachos o a siniestras maquinaciones de la Pérfida Albión. Hemos sido dominados y dominantes, conquistados y conquistadores, y, cualquiera que fuera nuestra suerte, siempre supimos dejar escritas admirables páginas de la Historia. Pero nunca habíamos ofrecido la despreciable imagen de un país cubierto de m… como la que venimos dando al mundo de unos años a esta parte. No hay un área en la que los políticos (una parte de ellos, naturalmente) no se hayan revelado corruptos y cubiertos de m… hasta las cejas. La población española, por primera vez en la Historia, se muestra indignada y señala valientemente a su clase política como el problema que más le preocupa. La bien orquestada quiebra de esos valores que antes llamábamos cristianos porque coincidían con los sabios Mandamientos de nuestra Fe, ha sido usada como libre y seguro pasaporte hacia un humillante modelo de sociedad que hace burla de la dignidad humana y es causa de que el mundo se burle hoy de nuestro país.
Ante la degradación moral que los mal llamados «progres» han traído a España, se han alzado unos admirables frentes de libre opinión capaces a todas luces de luchar contra este estado de cosas. Se les ha querido acallar y eliminar drásticamente del mapa, pero no lo han conseguido; y los españoles, gracias a esos frentes, pueden saber por fin lo que está ocurriendo. Y rebelarse contra ello. Ante una Justicia descaradamente politizada que ha dado al traste con el mismo Estado de Derecho, vemos con satisfacción que la libertad de expresión se alza con el triunfo. Mientras unas izquierdas conniventes con el poder se afanan por silenciar los escándalos (cosa que ya parece imposible), los demócratas de verdad , que son de todos los signos políticos, luchan por proclamar la Verdad. Peor, mil veces peor que cualquier crisis económica que un pueblo pueda padecer, es la decadencia moral que se asienta en el afán de dinero y de poder de su clase dirigente.
Los españoles esperan que una nueva clase política, escarmentada en cabeza ajena, sepa reconducir a nuestra nación por la senda de la dignidad y el progreso. Pero, obviamente, desconfía. Ha sido excesivo el daño que el país ha sufrido por culpa de unos dirigentes sin formación humanística alguna y con una gran ambición personal como único bagaje, para que los españoles podamos de repente creer a pies juntillas en los que nos van a gobernar, con toda probabilidad, en los próximos años. Las cosas pintan mucho mejor, sin duda alguna, pero, como dice el adagio, «por sus hechos los conoceremos».
© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 18 de julio de 2011