Cuando un país viene gobernado durante años y años por el más tonto del pueblo, se desploma a los ojos del mundo en lo económico y en lo moral, y ese tonto sigue incontestado por sus irresponsables partidarios, sólo puede hablarse de una lealtad culpable.
No ha bastado el plebiscito de las elecciones municipales y autonómicas, en el que jamás había conseguido semejante revolcón un partido político, para que los socialistas demostraran por primera vez que saben perder. Pero no. Tampoco de una situación tan extrema han sabido extraer la lección de que la sociedad les reclama una larga y complicada regeneración. Siguen dando la espalda a la clara voluntad expresada por una ciudadanía que desprecian y que ya no quiere a ese partido en el gobierno. Lejos de ponerse a reflexionar, como exige uno de sus barones -el extremeño Rodríguez Ibarra- como condición sine qua non para abordar su regeneración y volver a ser candidatos una vez lograda, vemos que no sólo siguen negándose a un adelanto de las elecciones generales, como abiertamente exige el pueblo español, sino que optan por la autoritaria designación, en unas falsas y vergonzosas primarias, de un único candidato a la presidencia del actual y superamortizado Gobierno. La dramática situación a la que han llevado a España, les importa un bledo. Lo único que ahora les importa es la desesperada recuperación (imposible a corto y medio plazo) de la inmensa cota de poder perdida el pasado día 22.
La urgente necesidad de nuestro país de contar con el bipartidismo democrático que durante un tiempo funcionó (porque acataba la Constitución), como viene funcionando en Reino Unido y Estados Unidos desde tiempo inmemorial, vuelve a verse peligrosamente insatisfecha por la resistencia de uno de esos partidos mayoritarios a aceptar el fundamental principio de la alternancia, sin el cual no hay democracia posible. Se prefiere incrementar el riesgo de un rescate de España por parte de la Unión Europea (que implicaría el fin de la UE tal como hoy la contemplamos) a ceder los bártulos a ese partido rival que, siquiera por no estar quemado interna y exteriormente, es en la actualidad el único que puede salvar a España del desastre.
La esperanza de los españoles sensatos está ahora puesta en esas Elecciones Generales anticipadas que el partido gobernante, abusando del mandato recibido del pueblo, intenta hacer imposible. Y su desesperanza en la certeza de que España no puede seguir hundiéndose hasta la lejana fecha – marzo de 2012 – de su convocatoria forzosa.
© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 30 de mayo de 2011