Archivo de marzo 2011

Las que tienen que servir

28/03/2011

Qué hemos hecho de esa democracia que iba a permitirnos el gobierno del pueblo por el pueblo? ¿Crees de verdad, amigo lector, que ese sueño ha sido alguna vez realizado? Tendremos que reconocer que la democracia es una idea inconclusa en su formulación e inviable en su puesta en práctica. La mejor prueba la tenemos en el hecho de que nuestro presidente del Gobierno, elegido democráticamente, al cual consideran «amortizado» las derechas sin excepción y las izquierdas no compradas, se ha apalancado en el poder y constituido en el mayor obstáculo que hoy impide la recuperación de España.  «República Democrática Alemana», se llamó hasta la reunificación la Alemania comunista, y seguimos viendo a Estados Unidos como «modelo de democracia», cuando es una oligocracia. Llamamos democracia a un sistema de gobierno cuya imagen, como nos recordaba Ortega, «quedó, tal vez para siempre, maltrecha en Yalta, cuando bajo la palabra democracia pusieron su firma tres hombres que la entendían en tres sentidos diferentes».

Cuando constatamos que un pequeño país como Costa Rica podría ser más democrático que los USA; que un dictador libio logra enrocarse en el poder a costa de masacrar a su pueblo, y que un «democrático» Rodríguez Zapatero se empecina en no marcharse aún a costa de arruinar a España, uno empieza a sentirse inseguro en sus convicciones políticas.Y si mirando a la Unión Europea no atisbamos más paralelismo entre las democracias de Sarkozy, Merkel y Berlusconi que la egoista búsqueda de lo material y ese vicio de la mentira y de la corrupción en el que España – la «Roja», como si dijéramos – gana todos los campeonatos, nuestra confusión llega al límite. ¿Es esta la democracia a la que veníamos aspirando? ¿La de Chaves, Bono y Griñán?, ¿la de Artur Más y Zapatero?  ¡Venga ya!  Démosle otro nombre a este sistema engañoso que se está rindiendo a priori ante los retos que le preparan las apisonadoras asiáticas. Felicitaciones a esa universidad de Tres Cantos que ha hecho del idioma chino segunda lengua obligatoria, porque también tendremos que ir pensando en vivir de los servicios de traducción a los nuevos dueños de nuestros hoteles y paradores, y residencias geriátricas. No hemos sabido procurarnos un plan hidrológico, ni un mínimo tejido industrial, ni un mix energético viable, pero seguro que nuestros políticos sabrán desarrollar el mix de servicios más atractivo del mundo y… ¡una nueva legislación sobre las propinas! Y es que en esto del servir, no hay quien nos tosa.

 

 

Columna de silencio

24/03/2011

Me habría gustado dejar esta columna en blanco, como forma de rendir silencioso homenaje a ese admirable pueblo japonés que tan alto ejemplo de entereza nos está dando. Pero ello no es posible en un periódico, por razones obvias. Así que la rellenaré con esos «caracteres» que en las redacciones de los diarios sirven para medir la longitud de los artículos y encajarlos en los nichos correspondientes; pero que reflejarán sin duda la inmensa tristeza que todos sentimos estos días, o deberíamos sentir, cuando ya se cumplen diez días de una de las más devastadoras catástrofes naturales de nuestra era.
Las dantescas imágenes que nos ha ofrecido la televisión y que nos han sobrecogido más que cualquier otro horror que hayamos podido contemplar en nuestra vida, deberían llevarnos a reflexionar sobre las relaciones del hombre con la Naturaleza y con esa energía nuclear de ‘usos múltiples’ que creemos haber dominado; cuando en realidad el hombre aún no ha aprendido a dominar nada. No aprendió nada, por ejemplo, del gran seismo de grado 9, seguido de maremoto, que destruyó Lisboa totalmente en 1755, y causó noventa mil muertos. Allí tuvo su origen la ciencia de la sismología, que es un camelo, porque varios siglos después sigue sin poder vaticinar la inminencia de un seismo. Lo registran los sismógrafos y lo miden con precisión mientras ocurre, pero de anticipar su ocurrencia, nada de nada. Siguen siendo, como los llaman los estadounidenses, ‘actos de Dios’, contra los que muy poco puede hacer la voluntad humana.
En los campos donde creemos haber progresado, no lo hemos hecho en la medida que por lo general pensamos, sino que a menudo hemos generado nuevos y gravísmos peligros para el conjunto de la Humanidad. Deberíamos apostar decididamente por un progreso inteligente, auténtico y acumulativo, en lugar de hacerlo por un progresismo basado en decisiones reversibles. El desarrollo de las comunicaciones por vías cibernéticas, por citar apenas un ejemplo, constituye uno de los mayores riesgos que los avances tecnológicos nos están haciendo correr. No queremos ni pensarlo porque vivimos embriagados de éxito y soberbia, pero la posibilidad de una paralización mundial de ese nuevo medio de comunicación entra – mucho más que el riesgo de terremotos, tsunamis y siniestros nucleares – en cualquier cálculo de probabilidades. Y no hay que ser profeta para columbrar que un apagón cibernético constituiría sin duda la mayor de las catástrofes a escala planetaria que podríamos temer, ya que toda actividad humana quedaría colapsada. Algo tan cíclico y previsible como una radiación solar de intensidad superior a las habituales, podría desencadenarla. No obstante, nuestra ceguera progresista nos permite vivir como si tal posibilidad no existiera. También los estoicos japoneses llevaban cien años esperando su terremoto del siglo y, dentro de la gravedad del que acaban de sufrir, y del que sin duda sabrán recuperarse, hay que felicitarse por el hecho de que el seismo no haya afectado directamente al superpoblado Gran Tokyo, de treinta millones de habitantes.

República Islámica de Catalunya

24/03/2011

El título de la presente columna bien podría corresponder, en un día no lejano, a la denominación oficial del primer Estado islámico de Europa. Los tres fenómenos convergentes en la Cataluña actual – imparable afluencia de inmigrantes africanos, irresponsabilidad política y separatismo en alza – podrían abocar un día, acaso en el ecuador de este siglo, en un país altamente perturbador en el seno de la UE. Cuando observamos que un millón de ciudadanos catalanes ya son fieles a los dictados del Islam, nada nos impide columbrar que en unas décadas, no muchas, la población de Cataluña podría ser mayoritariamente islámica, y parte de ella integrista. El factor prolificidad, muy superior a la media española en la mujer musulmana, acelerará sin duda este proceso. El odioso tirano Muamar el Gadafi, hoy más presente que nunca en los medios de comunicación españoles, pudo haber dado en el clavo al vaticinar que Europa terminará islamizada por el vientre de la mujer mahometana. Lo que no dijo es lo que hoy nos estamos temiendo: que el Islam – ese credo que sin su fundamentalismo todos deberíamos respetar – usará a Cataluña como cabeza de puente, y a sus seguidores ‘catalanes’ como eficaz quinta columna.
Paradójicamente, la democracia, el sistema que tenemos por el menos malo de los conocidos, actuará en contra de la unidad de España y de los europeos. No cree el musulmán en la democracia, por la razón aplastante de que se opone a esa ley coránica, sagrada para él, que acapara todos los poderes. Pero se aprovechará de aquélla para vencernos ideológicamente con nuestras propias reglas. Nos conviene recordar – como ha hecho Durán i Lleida – que Hitler llegó a ser lo que fue gracias a la democracia. ¿Qué podremos hacer ante el disciplinado voto de un hipotético 51 por ciento de mahometanos residentes en Cataluña y nacionalizados ‘españoles’?
El común mar Mediterráneo, en cuyo Golfo de Lepanto (y con el concurso decisivo, por cierto, de ilustres familias catalanas) creíamos haber acabado con las ansias expansionistas del Islam, ha dejado de ser una salvaguardia para Europa. La isla italiana de Lampedusa, con una población de cinco mil quinientos habitantes, ha recibido la avalancha de más de siete mil africanos en apenas unas semanas. Y, naturalmente, la UE, respetuosa con los Derechos Humanos, tratará esta nueva inmigración, y las que se produzcan a continuación, con el espíritu humanitario que la caracteriza. Pero este es un fenómeno que demanda un nuevo y profundísimo estudio y la toma de muy serias decisiones; por más que Cataluña, la única de nuestras Comunidades Autónomas que ha osado – impunemente – establecer embajadas por el mundo, siga actuando al margen de España y de la UE.
La progresiva islamización de mi malhadada patria chica (que un servidor es catalán, oigan), por no mencionar el creciente nacionalismo que en ella se está promoviendo, es una de las consecuencias de la cobarde conducta de un Gobierno Zapatero que la Historia juzgará duramente. No escapará a la condena calderoniana de que «el traidor no es menester siendo la traición pasada», ni al desenlace fatal de que «quien la hace la paga».    

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 14 de matrzo de 2011

 

«Llamada a una patria dormida…»

24/03/2011

«Llamada a una patria dormida… antes de que sea demasiado tarde», es el sugestivo título de un nuevo libro -opúsculo, más bien, por su breve número de páginas- de Santiago Velo de Antelo. La primera parte de ese título recuerda la musicalidad de las coplas de pie quebrado de Manrique y nos lleva necesariamente a evocar una de sus más célebres estrofas: «Recuerde el alma dormida…, avive el seso y despierte…».
Se trata de la última obra de un pensador justo y brillante, de esos que falta nos hacen. No en vano ha recibido una excelente formación en Ciencias Políticas y Empresariales, es experto en Relaciones Internacionales, dirige la revista «Diplomacia» y su rostro se ha convertido, merced a su participación en debates televisivos de gran audiencia, en uno de los más familiares de los españoles. Representa, además, la excelencia que exige España, hoy más que nunca, a los formadores de opinión.
«La situación psicológica de los españoles» – viene a decirnos el autor en uno de sus claros mensajes – «no es hoy muy distinta de la que debió de ser tras el Desastre del 98». Y añade que «ahora como entonces la única esperanza es que, identificados los males, una poderosa corriente regeneracionista que ya está en ciernes impulse a que se les ponga remedio». El quid de la cuestión estriba, según él, en descubrir lo que está fallando en España, para ponerle coto, y en defender los valores de una civilización cristiana que está en juego. Tiene toda la razón don Santiago al comparar la situación que vivimos a causa del señor Rodríguez Zapatero, con la de los años aciagos de nuestra guerra Hispano-Americana. Resulta curioso constatar que tanto entonces como ahora, España ha estado dormida. Tan dormida, y abstraída con lo superfluo, que igual que dio entonces la espalda a lo que estaba sucediendo, se niega hoy a reaccionar ante lo que puede ocurrir. Cuentan los historiadores que en aquel año del «desastre», mientras los estadounidenses vivían en estado de verdadero pánico ante el posible desembarco en sus costas de la vieja escuadra de madera del almirante Cervera, los españoles se abandonaban indiferentes al disfrute de sus Carnavales. ¿Hay alguna diferencia entre nuestra conducta de entonces y lo que los españoles estamos haciendo en estos días? En 1898 corríamos el riesgo de ser atacados directamente por la poderosa armada yanqui, al igual que lo fueron Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las Marianas; pero los españoles, excepción hecha de los pobres desgraciados que combatían en Ultramar (por no poder disponer de las mil pesetas que les habría librado de alistarse), miraban para otro lado. Hoy, como si en nada hubiéramos cambiado, corremos el riesgo de no poder combatir los efectos de la «estanflación» que padecemos, pero toda España bulle con sus Carnavales, como si nada estuviera pasando. ¡Viva la fiesta!
El libro que hoy he comentado, y muchos otros que nos están ofreciendo últimamente una legión de periodistas valientes, deberían hacernos cambiar de prioridades, «antes de que sea demasiado tarde». El ejemplo de un célebre manchego – el conquistador Diego de Almagro – al reconocer allá en Chile que de nada valían sus tácticas de conquista, y que debía por tanto abandonarlas, podría servirnos. «Llegando al final deste camino» -nos dice el cronista- «dar en breve la vuelta le convino». Demos de una maldita vez ese giro. ¡Pero ya!

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 7 de marzo de 2011

 

Perpetuarse en el poder

02/03/2011

Cada día vemos con mayor claridad que el apalancamiento en el poder es causa de muchas corrupciones. No hace falta recordar los innumerables casos de veteranos gobernantes corruptos que nos ha brindado la  reciente historia del mundo para constatar, con el profesor S.H. Alatas, o la politóloga Donatella della Porta, que la corrupción se ha tornado en un fenómeno transversal, ampliamente extendido, que no distingue de países, sistemas sociales ni ideologías políticas. El castizo aforismo de mi patria chica – la pela es la pela – ha pasado a sacralizarse en casi todos los ámbitos de la vida humana.
España ocupa el trigésimo lugar (año 2010) en el ranking de corrupción de Transparency International. Es decir, que aún hay 148 países con un grado de corrupción más alto, dato que da mucho que pensar sobre lo mal que marcha el mundo. No obstante el hecho de que España aún podría estar mucho peor (tenemos margen), es preocupante, sobre todo, la siguiente observación que sobre nuestro país ha hecho TI: «La deslegitimación de las instituciones se presenta como uno de los efectos más graves de la corrupción«.  

Otra causa de alarma debería ser el hecho de que la ciudadanía española, y la de otros países de nuestro entorno como Italia y Grecia, se están acostumbrando a vivir con la corrupción política y se vuelven, gradualmente, más tolerantes con ella, como si se tratara de un mal inevitable. Como advierte Della Porta, se han ido consolidando en nuestros países los círculos viciosos clientelismo-corrupción-clientelismo y mala administración-corrupción-mala administración, que benefician a intereses particulares e impiden su normal desarrollo colectivo. Denuncian, además, la negativa circunstancia de que los gobiernos centrales, carentes de la suficiente mayoría, se han visto forzados a ceder una parte de su poder a oportunistas «brokers» periféricos (caciques, en España; mafiosi, en Italia; comatarhis, en Grecia) que son, en definitiva, quienes han dado la forma que deseaban al actual orden social.
Otro dato que todos los analistan ponen de relieve, es el del apalancamiento en el poder. A más tiempo en el poder, más corrupción se produce. El gran problema a resolver, según ellos, no es la corrupción en las democracias liberales de Occidente, sino la corrupción política de esas democracias. Se trata, pues, de un problema que paradójicamente se genera en el seno de las propias clases gobernantes.
Ciñéndonos a España, la confusión se acrecienta cuando vemos (verbigracia) manifestar a un presidente autonómico como don José María Barreda, que «ocho años en el poder son más que suficientes», en referencia a la negativa del señor Rodríguez Zapatero a convocar elecciones generales anticipadas, pero especialmente sobre sus intenciones de presentarse o no a las mismas. La claridad del castellano-manchego referida a su jefe de filas socialista, no se compadece con su pasividad ante la intención, manifestada por el actual alcalde de Miguelturra – ¡que lleva 32 años en el cargo! – a presentar por novena vez su candidatura en los próximos comicios municipales. Otro problema crónico de España: la doble vara de medir y su discrecional aplicación a todo el escalón político.

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 28 de febrero 2011