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El lado bueno de las crisis

04/03/2012
 La historia de los pueblos, con sus picos y depresiones, siempre reproduce el trazado de los dientes de una sierra. Lo explica magistralmente Toynbee en su teoría de los «ciclos fatales». Nunca se logró evitar que tras un largo periodo de bonanza, y sobre todo de euforia, no siguiera otro de decadencia. Con intervalos más o menos dilatados entre cimas y vaguadas, ésta ha sido el cardiograma implacable de imperios y civilizaciones. Podría incluso hablarse de una sabia regulación natural encaminada a propiciar alternancias en los poderes del mundo. 
Visto desde otro prisma, los efectos de una crisis son comparables a los achaques que afectan al cuerpo humano, los cuales tienen la virtud de detectar enfermedades y permitir su tratamiento. El propio dolor corporal, sin ir más lejos, es el chivato que nos advierte sobre los males que padecemos. Las crisis de las naciones, así mismo dolorosas, cumplen igual función en el ámbito político-social:. hacen posible que nos paremos a pensar en qué hemos fallado y cómo corregirlo. «On recule pour mieux sauter», reza un dicho francés. Se retrocede para poder saltar mejor. A nivel de un país, la crisis posibilita el cambio de dirigentes, la corrección de las causas que han llevado a ella (cosa que puede requerir grandes sacrificios) y la adopción de nuevas medidas para superar (cosa que puede requerir un largo tiempo) aquellos obstáculos que de otro modo habrían sido insalvables.
Al igual que el atleta, el país que, tras una crisis severa, aspira a volver a formar parte de una élite internacional, no es el que acepta pasivamente los vicios que lo hundieron, sino el que los reconoce y se pone a trabajar con el fin de erradicarlos. Es, como en el caso del saltador de altura, el que sabe recular, corregir pasados errores, y medir bien las distancias y el impulso necesario para dar un nuevo salto.
De otro lado, las crisis no son sólo económicas, ni únicamente morales, porque obedecen a la quiebra simultánea de muy distintos valores. La práctica de esos pecados que antes llamábamos «capitales», no se ha limitado a embrutecer a gobernantes y ciudadanos, sino que ha degradado también los sistemas sociales, tornándolos obsoletos. La cara buena de la crisis que hoy nos aflige, es la que nos convoca a plantarnos ante sus circunstancias causales, tanto desde el plano individual como desde el colectivo, y a actuar unidos contra ellas. El primer paso imprescindible no puede ser otro que la regeneración moral de personas e instituciones. Los siguientes deberá dictárnoslos nuestro instinto de supervivencia y el reconocimiento de que una sociedad humana sin Dios nunca tendrá un futuro.
© 2012 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 23 de enero de 2012

El Estado en la cabeza

04/03/2012
Vuelve a ser la hora de uno de esos homenajes post mortem que tanto gustan a los españoles. Alguien escribió años ha este lamento: «¡Qué sino irse de un país de mendigos envidiosos donde para vivir hay que morirse!». Y tenía toda la razón. Al igual que ocurrió con la monarquía española, que pasó por alto al legítimo aspirante por obra y gracia del general Franco, la presidencia del Gobierno español no pudo contar en ninguna de sus legislaturas con quien era a todas luces su político más cualificado. Su conocida vehemencia, brillantez intelectual e indudables dotes de mando, asustaron a los españoles. Algunas de sus expresiones más célebres, como aquella de «la calle es mía», no eran más que un reflejo de su fuerte temperamento, pero calaron más de lo debido en la mente de buena parte de los españoles. No supieron ni quisieron ver esa clara vocación aperturista y democrática de Don Manuel Fraga que más tarde pudo dejar patente durante largo tiempo en su retiro político gallego. Dícese que el comentario de Manuel Fraga Iribarne, al conocer el nombramiento de Adolfo Suárez, fue este: «¡Se han saltado una generación!».
Los homenajes que estos días se han ofrecido a ese excepcional hombre de Estado que no alcanzó a pilotar el nuestro, ha puesto también en evidencia a más de uno de esos mendigos envidiosos de la cita, y en especial a Santiago Carrillo. Con todo, Don Manuel ha pasado a la Historia de España como paradigma del gran estadista. No le dimos la oportunidad que merecía, y tuvo que conformarse con gobernar magistralmente Galicia, su comunidad autónoma natal, en la que mostró estar a la altura del valiente exministro de Franco que convirtió el tardofranquismo – como observara oportunamente la revista Times – en un prerrequisito de la democracia.
Fraga ha sido el mejor ejemplo de lo que debe ser un político, y también de lo que no debe ser. Ni una sola mentira en su dilatada carrera; ni la más mínima acción que cuestionara su honradez y su patriotismo. ¡Qué descomunal contraste con los crímenes y trapicheos perpetrados por políticos coetáneos suyos!
Pudo equivocarse, ¡y de qué manera! (Hernández Mancha, Vestringe,…), pero sus firmes creencias morales y capacidad de trabajo supieron guiarle en la acción política y en su prolífica ascensión intelectual, premiándole, a la postre, con su propia biografía intachable.
He querido releer uno de sus libros: «De Santiago a Filipinas, pasando por Europa». Lo compuso en 1988, en pleno mundo en transición, con el bagaje de su larga experiencia en la política española, su amor al estudio ininterrumpido y, cómo no, sus dilatadas vivencias como embajador de España en la pérfida pero muy democrática Albión. Su lectura reconfirma en esa opinión de Felipe González de que a Fraga «le cabe España en la cabeza»; una de las pocas verdades pronunciadas por Mr. X . Vean esta reflexión que se hace en el libro, tocante al nacionalismo: «Cualquiera que conozca la realidad de la vida política sabe que ni Europa va en esa dirección, ni tiene sentido alguno cambiar de pareja a estas alturas de la Historia (…) Para decirlo más sencillo y más claro, en el momento en que cada región tuviera su propia seguridad social, los viejos gallegos se quedarían sin pensiones…» ¡Qué pena, queridos amigos, no poder leer los 57 libros que escribió!
© 2012 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 20 de febrero de 2012

Miserables

04/03/2012
Los miserables, queridos lectores, no son los pueblos de la Tierra que se mueren de hambre sino los potentados y avaros que, pudiendo impedirlo fácilmente, no hacen nada en su favor. Espero que haya de verdad un infierno para esos ricos inhumanos que pueden sentirse felices ante las insatisfechas necesidades básicas de un tercio de la Humanidad. Apelo, en última instancia, a la justicia divina. La lista de los millonarios de la célebre revista «Forbes», a los que tanto admiran y envidian las sociedades consumistas, no es más que el censo de candidatos preferentes a ese juicio final. Con el gasto astronómico que en el mundo se hace en el campo armamentístico, y el vergonzoso dispendio en vicios, lujos y vanidades, cerca de dos mil millones de seres humanos carecen, en pleno siglo XXI, de alimentos, agua corriente, electricidad, asistencia médica y escuelas, cuando no de un simple techo o del más rudimentario retrete.
Los ricos del mundo se empeñan en ignorar que sus ayudas solidarias al doliente Tercer Mundo, no sólo les proporcionarían la máxima paz de conciencia alcanzable por el ser humano, sino que les reportaría ingentes lucros futuros. Esa jequesa de Qatar que ha pagado más de 30 mil millones de las viejas pesetas por un cuadro de Cézanne, habría podido cambiar con esa fortuna la faz de tres naciones enteras de su vecino Cuerno de África, y experimentar con ello un goce que jamás le proporcionará la contemplación de su valiosa colección de arte. No exagero un pelo si les digo que, de haber invertido esa impronunciable cifra en una obra humanitaria, habría alcanzado a ser tan feliz como doña Ramona, la admirable vecina de Peralvillo que, con una pensión que no llega al salario mínimo interprofesional, viene enviando cien euros todos los meses a un paupérrimo país africano, costeando así el mantenimiento y la carrera de un chaval morenito del que es madrina. Espero que me perdone por desvelar algo que ella lleva en secreto, y que un servidor, siempre indiscreto, ha descubierto por azar.
¿Se imaginan, amigos, cómo podría cambiar el Tercer Mundo si los acaudalados de «Forbes» le destinaran un diezmo de sus ganancias anuales? Uno llega a preguntarse por qué no lo hacen, si los millonarios saben cómo desgravar, incluso al cien por cien, este tipo de «donaciones». Y halla la respuesta en esta otra pregunta: ¿Cómo van a dar algo de su fortuna cuando vemos – o hemos visto no ha mucho – que el banquero Botín donó un manto a La Virgen del Pilar, pero el manto llevaba bordado, y en lugar bien visible, …¡el logotipo del Banco de Santander!
© 2012 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 20 de enero de 2012

«Navegando en una nave invertida»

04/03/2012
Leí esta frase hace años, pero no recuerdo donde. Era la historia de un barco que había volcado a causa de una tempestad y de una tripulación exageradamente inepta. Aunque esto es todo lo que puedo recordar, la imagen de aquella embarcación con la quilla al aire ha venido siendo tema recurrente de mis pesadillas nocturnas. O puede que sea la secuela de un accidente sufrido en mi juventud cuando, tentando imprudentemente la suerte en un cascarón fueraborda, tomé el mar de Galicia por el lago de Bañolas. Sea lo que fuere, la impresionante visión de aquel barco zozobrado, que acaso me dejó grabada alguna novela de Salgari, me asalta ahora en pleno día, en cada telediario, como un fenómeno reflejo de la deriva que lleva España.
A lo largo de ocho años, la nave en la que los españoles viajábamos ha sido objeto de toda clase de tropelías. Se han burlado las leyes que nos habíamos dado para garantizar su correcta navegación, y promulgado otras que han venido a favorecer todo lo contrario. España, la gran nave europea que señoreó los mares y compiló el primer código de derecho marítimo – el Consulado del Mar -,  ha sido durante este tiempo la más errática de cuantas han surcado el océano: sin un marino experto en el puente de mando, sin un timonel de fiar al gobernalle, e incumpliendo sistemáticamente las leyes que hace siglos inventara.
Su capitán, obcecado en defender prioridades bastardas, fue incapaz de velar por la buena gestión de fletes y pasajes, y el mantenimiento y mejora del formidable navío confiado a su mando. Se preocupaba más de invitar a cenar a bordo a sus homólogos del petrolero «Venezuela», o  del buque-cárcel «Cuba», que de prestar cortés atención a otros comandantes de muy superior valía y peso internacional a los que, finalmente, tuvo que rendir pleitesía. No quiso escuchar a los prácticos que le acusaban de ordenar maniobras nefastas. Tampoco escuchó a los meteorólogos que le anunciaban mar gruesa, o arbolada, ni siquiera cuando el tifón, inmisericorde, empezó a cebarse con el barco.
«¡No pasa nada!» – repetía el capitán, cantando alegre en la popa – «¡El España sigue siendo el mejor barco del mundo!». Sólo le faltó añadir la blasfemia «¡A este barco no lo hunde ni Dios!», del capitán del Titanic. Pero la tempestad llegó y, mientras la orquesta interpretaba su consabido programa de allegros vivaces, puso al barco panza arriba y lo envió a dique seco.
El nuevo capitán ha jurado reparar las averías y hacerse de nuevo a la mar en la confianza de volver a registrar travesías felices en su cuaderno de Bitácora. Y, entretanto, el capitán defenestrado, y sus adláteres, maquinan cómo impedírselo. En lugar de intentar regenerarse, se afanan poniendo trabas al nuevo patrón de la nave en su noble y desesperado esfuerzo por salvarla. ¿Alguien esperaba otra cosa? Como pedimos los marinos en la Salve Marinera, quiera Dios que soplen serenas las brisas… Pero, conociendo el paño – que es tela marinera – se me hace mucho pedir.
© 2012 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 16 de enero de 2012

La rebelión de las masas

25/06/2011

Las teorías de Ortega sobre la rebelión de las masas, enunciadas para España, han traspasado las fronteras. Los aires de globalización y las nuevas tecnologías de la comunicación han convertido en globales sus proféticas reflexiones. El principio democrático que atribuye la soberanía a los pueblos, dio lugar, en un principio, a los episodios de rebeldía callejera de las masas tunecinas y egipcias, y, más tarde, como en un imparable efecto dominó, a las masivas manifestaciones de los pueblos «indignados» de otras naciones del Sur del mundo, incluida España.

El mayor problema que el mundo enfrenta ante este fenómeno, es la dificultad de discernir qué movimientos se hallan en su génesis, qué líderes los organizan o dirigen a través de las redes sociales, qué ideas hay detrás de los autores intelectuales que los convocan. No se alcanza a discernir si las multitudinarias manifestaciones que a diario se producen en una docena de países, y las guerras que ya han desencadenando en algunos de ellos, se deben únicamente al descontento general de los ciudadanos ante los insoportables abusos de sus gobiernos totalitarios y corruptos, o a los designios ocultos de los grupos radicales que pueden vampirizarlas en su provecho.

Hállese donde se halle el origen genuino de las manifestaciones, sean cuales sean las razones que las animan, el gran motivo de preocupación reside en el denominador común que parece evidenciarse en todas ellas, y que no es otro que el factor «anonimato» de sus participantes y la falta de un objetivo claramente definido. Los manifestantes proclaman mensajes confusos y reclaman cambios políticos de toda índole que a menudo son contradictorios. La profusión de consignas entremezcladas de gentes de supuestas ideologías heterogéneas, y las declaraciones de unos «portavoces» a todas luces poco formados que no exhiben acreditación alguna, contribuyen a la ceremonia de confusión que en estos meses se vive en distintas capitales del mundo y de forma particularmente alarmante en las de nuestro zozobrante país.

La cobarde actuación de nuestro Gobierno y en especial la de su maquiavélico ministro multiusos al que ya vemos practicar la política de tierra quemada, me confirman en la triste convicción de que las izquierdas no saben perder.

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 20 de junio de 2011

Zapatero, como la llave «10-11»

25/06/2011

Parece ser que a Zapatero le pasa lo que a esa caprichosa llave fija, la «10-11» que, a decir de los mecánicos, nunca está donde debiera. Tan es así que hasta han acuñado la expresión «¡ya estamos como con la 10-11!» para dar a entender que algún útil o herramienta no se halla en su lugar obligado en la panoplia. El típico dibujito que reproduce su silueta delata una y otra vez que la intratable 10-11 ha vuelto a desaparecer. Según me cuentan, no consiguen explicarse que esa llave siempre aparezca más tarde en un lugar insospechado del taller, e incluso fuera de él. «Exactamente igual» – me he dicho al conocer esta historia – «que con Rodríguez Zapatero».

Tampoco nuestro presidente del Gobierno suele estar donde debiera, como se demostró por enésima vez el pasado Día de las Fuerzas Armadas en el que su ausencia evidenció, de un lado, lo innecesario de su presencia, y, de otro, su falta de consideración hacia nuestros Ejércitos y hacia la mismísima Familia Real. Llama la atención que tras los despilfarros sin cuento en los que el Gobierno sigue incurriendo a pesar de los avisos europeos, haya tenido que estrenarse con nuestras Fuerzas Armadas la tanta veces postergada política de austeridad. Seguimos teniendo más Visas y coches oficiales que Estados Unidos; gastamos lo indecible en prescindibles traducciones simultáneas en nuestro Parlamento, en una obsoleta red de oficinas INEM y en subvencionar unos sindicatos absolutamente ineficaces; pero no ve nuestro Gobierno otra forma de economizar que montando una conmemoración, llamativa por cutre y pobretona, de una solemne jornada con la que tratamos de honrar al colectivo más respetado de nuestro país.
¡Qué no daría este columnista por saber lo que estos días se cuece entre bambalinas del poder! ¡Cuánta crítica inmisericorde debe de estarse vertiendo contra un presidente que se nos muestra más missing que la errática llave de nuestro cuento! Ni todo un comando Rubalcaba improvisado in extremis, con hombres G de la talla de un nepotista andaluz, o de un tal Pepinho Blanco – el del romano perfil -, podrá salvar al presidente, ni al partido que ya han hundido, del descalabro total. Apenas quedará la silueta, de todos y cada uno de ellos, en una desierta panoplia.

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 6 de Junio de 2011

Columna de silencio

24/03/2011

Me habría gustado dejar esta columna en blanco, como forma de rendir silencioso homenaje a ese admirable pueblo japonés que tan alto ejemplo de entereza nos está dando. Pero ello no es posible en un periódico, por razones obvias. Así que la rellenaré con esos «caracteres» que en las redacciones de los diarios sirven para medir la longitud de los artículos y encajarlos en los nichos correspondientes; pero que reflejarán sin duda la inmensa tristeza que todos sentimos estos días, o deberíamos sentir, cuando ya se cumplen diez días de una de las más devastadoras catástrofes naturales de nuestra era.
Las dantescas imágenes que nos ha ofrecido la televisión y que nos han sobrecogido más que cualquier otro horror que hayamos podido contemplar en nuestra vida, deberían llevarnos a reflexionar sobre las relaciones del hombre con la Naturaleza y con esa energía nuclear de ‘usos múltiples’ que creemos haber dominado; cuando en realidad el hombre aún no ha aprendido a dominar nada. No aprendió nada, por ejemplo, del gran seismo de grado 9, seguido de maremoto, que destruyó Lisboa totalmente en 1755, y causó noventa mil muertos. Allí tuvo su origen la ciencia de la sismología, que es un camelo, porque varios siglos después sigue sin poder vaticinar la inminencia de un seismo. Lo registran los sismógrafos y lo miden con precisión mientras ocurre, pero de anticipar su ocurrencia, nada de nada. Siguen siendo, como los llaman los estadounidenses, ‘actos de Dios’, contra los que muy poco puede hacer la voluntad humana.
En los campos donde creemos haber progresado, no lo hemos hecho en la medida que por lo general pensamos, sino que a menudo hemos generado nuevos y gravísmos peligros para el conjunto de la Humanidad. Deberíamos apostar decididamente por un progreso inteligente, auténtico y acumulativo, en lugar de hacerlo por un progresismo basado en decisiones reversibles. El desarrollo de las comunicaciones por vías cibernéticas, por citar apenas un ejemplo, constituye uno de los mayores riesgos que los avances tecnológicos nos están haciendo correr. No queremos ni pensarlo porque vivimos embriagados de éxito y soberbia, pero la posibilidad de una paralización mundial de ese nuevo medio de comunicación entra – mucho más que el riesgo de terremotos, tsunamis y siniestros nucleares – en cualquier cálculo de probabilidades. Y no hay que ser profeta para columbrar que un apagón cibernético constituiría sin duda la mayor de las catástrofes a escala planetaria que podríamos temer, ya que toda actividad humana quedaría colapsada. Algo tan cíclico y previsible como una radiación solar de intensidad superior a las habituales, podría desencadenarla. No obstante, nuestra ceguera progresista nos permite vivir como si tal posibilidad no existiera. También los estoicos japoneses llevaban cien años esperando su terremoto del siglo y, dentro de la gravedad del que acaban de sufrir, y del que sin duda sabrán recuperarse, hay que felicitarse por el hecho de que el seismo no haya afectado directamente al superpoblado Gran Tokyo, de treinta millones de habitantes.

República Islámica de Catalunya

24/03/2011

El título de la presente columna bien podría corresponder, en un día no lejano, a la denominación oficial del primer Estado islámico de Europa. Los tres fenómenos convergentes en la Cataluña actual – imparable afluencia de inmigrantes africanos, irresponsabilidad política y separatismo en alza – podrían abocar un día, acaso en el ecuador de este siglo, en un país altamente perturbador en el seno de la UE. Cuando observamos que un millón de ciudadanos catalanes ya son fieles a los dictados del Islam, nada nos impide columbrar que en unas décadas, no muchas, la población de Cataluña podría ser mayoritariamente islámica, y parte de ella integrista. El factor prolificidad, muy superior a la media española en la mujer musulmana, acelerará sin duda este proceso. El odioso tirano Muamar el Gadafi, hoy más presente que nunca en los medios de comunicación españoles, pudo haber dado en el clavo al vaticinar que Europa terminará islamizada por el vientre de la mujer mahometana. Lo que no dijo es lo que hoy nos estamos temiendo: que el Islam – ese credo que sin su fundamentalismo todos deberíamos respetar – usará a Cataluña como cabeza de puente, y a sus seguidores ‘catalanes’ como eficaz quinta columna.
Paradójicamente, la democracia, el sistema que tenemos por el menos malo de los conocidos, actuará en contra de la unidad de España y de los europeos. No cree el musulmán en la democracia, por la razón aplastante de que se opone a esa ley coránica, sagrada para él, que acapara todos los poderes. Pero se aprovechará de aquélla para vencernos ideológicamente con nuestras propias reglas. Nos conviene recordar – como ha hecho Durán i Lleida – que Hitler llegó a ser lo que fue gracias a la democracia. ¿Qué podremos hacer ante el disciplinado voto de un hipotético 51 por ciento de mahometanos residentes en Cataluña y nacionalizados ‘españoles’?
El común mar Mediterráneo, en cuyo Golfo de Lepanto (y con el concurso decisivo, por cierto, de ilustres familias catalanas) creíamos haber acabado con las ansias expansionistas del Islam, ha dejado de ser una salvaguardia para Europa. La isla italiana de Lampedusa, con una población de cinco mil quinientos habitantes, ha recibido la avalancha de más de siete mil africanos en apenas unas semanas. Y, naturalmente, la UE, respetuosa con los Derechos Humanos, tratará esta nueva inmigración, y las que se produzcan a continuación, con el espíritu humanitario que la caracteriza. Pero este es un fenómeno que demanda un nuevo y profundísimo estudio y la toma de muy serias decisiones; por más que Cataluña, la única de nuestras Comunidades Autónomas que ha osado – impunemente – establecer embajadas por el mundo, siga actuando al margen de España y de la UE.
La progresiva islamización de mi malhadada patria chica (que un servidor es catalán, oigan), por no mencionar el creciente nacionalismo que en ella se está promoviendo, es una de las consecuencias de la cobarde conducta de un Gobierno Zapatero que la Historia juzgará duramente. No escapará a la condena calderoniana de que «el traidor no es menester siendo la traición pasada», ni al desenlace fatal de que «quien la hace la paga».    

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 14 de matrzo de 2011

 

«Llamada a una patria dormida…»

24/03/2011

«Llamada a una patria dormida… antes de que sea demasiado tarde», es el sugestivo título de un nuevo libro -opúsculo, más bien, por su breve número de páginas- de Santiago Velo de Antelo. La primera parte de ese título recuerda la musicalidad de las coplas de pie quebrado de Manrique y nos lleva necesariamente a evocar una de sus más célebres estrofas: «Recuerde el alma dormida…, avive el seso y despierte…».
Se trata de la última obra de un pensador justo y brillante, de esos que falta nos hacen. No en vano ha recibido una excelente formación en Ciencias Políticas y Empresariales, es experto en Relaciones Internacionales, dirige la revista «Diplomacia» y su rostro se ha convertido, merced a su participación en debates televisivos de gran audiencia, en uno de los más familiares de los españoles. Representa, además, la excelencia que exige España, hoy más que nunca, a los formadores de opinión.
«La situación psicológica de los españoles» – viene a decirnos el autor en uno de sus claros mensajes – «no es hoy muy distinta de la que debió de ser tras el Desastre del 98». Y añade que «ahora como entonces la única esperanza es que, identificados los males, una poderosa corriente regeneracionista que ya está en ciernes impulse a que se les ponga remedio». El quid de la cuestión estriba, según él, en descubrir lo que está fallando en España, para ponerle coto, y en defender los valores de una civilización cristiana que está en juego. Tiene toda la razón don Santiago al comparar la situación que vivimos a causa del señor Rodríguez Zapatero, con la de los años aciagos de nuestra guerra Hispano-Americana. Resulta curioso constatar que tanto entonces como ahora, España ha estado dormida. Tan dormida, y abstraída con lo superfluo, que igual que dio entonces la espalda a lo que estaba sucediendo, se niega hoy a reaccionar ante lo que puede ocurrir. Cuentan los historiadores que en aquel año del «desastre», mientras los estadounidenses vivían en estado de verdadero pánico ante el posible desembarco en sus costas de la vieja escuadra de madera del almirante Cervera, los españoles se abandonaban indiferentes al disfrute de sus Carnavales. ¿Hay alguna diferencia entre nuestra conducta de entonces y lo que los españoles estamos haciendo en estos días? En 1898 corríamos el riesgo de ser atacados directamente por la poderosa armada yanqui, al igual que lo fueron Cuba, Puerto Rico, Filipinas y las Marianas; pero los españoles, excepción hecha de los pobres desgraciados que combatían en Ultramar (por no poder disponer de las mil pesetas que les habría librado de alistarse), miraban para otro lado. Hoy, como si en nada hubiéramos cambiado, corremos el riesgo de no poder combatir los efectos de la «estanflación» que padecemos, pero toda España bulle con sus Carnavales, como si nada estuviera pasando. ¡Viva la fiesta!
El libro que hoy he comentado, y muchos otros que nos están ofreciendo últimamente una legión de periodistas valientes, deberían hacernos cambiar de prioridades, «antes de que sea demasiado tarde». El ejemplo de un célebre manchego – el conquistador Diego de Almagro – al reconocer allá en Chile que de nada valían sus tácticas de conquista, y que debía por tanto abandonarlas, podría servirnos. «Llegando al final deste camino» -nos dice el cronista- «dar en breve la vuelta le convino». Demos de una maldita vez ese giro. ¡Pero ya!

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 7 de marzo de 2011

 

La agenda de trabajo de nuestra Familia Real

08/01/2011

Hay cosas de la vida pública que – haciendo honor a este adjetivo – habría que publicar. Damos siempre por sentado que tales cosas son conocidas, y por tanto valoradas; pero no es así. Y no lo es, lisa y llanamente, porque sigue habiendo gente entre nosotros, arraigada en la España profunda, que juzga siempre con malicia y sin previa reflexión. Esto es lo que a algunos les pasa con la Familia Real española, por desconocer en detalle la agobiante actividad humana y profesional que desarrolla al constante servicio de España.
Como ocurre con otras instituciones, sería preciso informar al ciudadano de la importante labor que la Familia Real lleva a cabo. Ello se hace imprescindible en un país como España, en el que la ignorancia agresiva y la incomprensión (cuando no el instinto básico) son posturas emblemáticas.
Algo habría que hacer para que los españoles conociéramos las agendas de trabajo de nuestros Reyes, y de los Príncipes de Asturias. Es demasiado fácil quedarse con lo  primero que salta a la mente de las personas mezquinas, verbigracia: que los miembros de nuestra primera familia viven en palacios, visten de alta costura, disponen de abundante servidumbre y no carecen de nada. Habría que explicarles que no tienen por qué vivir con menor confort que cualquier presidente autonómico y su familia, que los miembros del Gobierno, del Congreso o del Senado; o los del Consejo de Estado de Fernández de la Vega. Habría que informar, así mismo, de que las complejas tareas que conlleva el oficio real, y el principesco, precisan, para poder desarrollarse dignamente, no sólo de una extensa y excepcional formación, sino también de un mínimo aparato y suficientes estructuras. No en vano son los Representantes de España, y su dignidad es la nuestra.
El Rey, y por extensión el Príncipe, tienen tan asumida la importancia de sus apretadas agendas que raramente les hemos visto cancelar compromisos previamente concertados. Allá van, madrugadores, a la China o al Brasil (aunque ello les impida tomar las uvas en familia, como le ha sucedido al Príncipe esta Nochevieja), a cumplir religiosamente con los compromisos de su agenda: cumbres internacionales, visitas de Estado, viajes de promoción de los negocios de España… A esto, y a visitar una y otra vez todos los pueblos del país, dedican su tiempo, siempre escaso: ora para presidir la apertura de una feria o congreso, ora para acompañar en su duelo a las víctimas del terrorismo, o de catástrofes naturales; ora para inaugurar una nueva obra pública. Y todo esto, siempre con la mejor sonrisa y sin poder faltar a ningún acto ni siquiera por un dolor de vientre, o por un riesgo detectado por los servicios de seguridad.
Los esperpentos que atacan a la Familia Real, sobre todo en Internet, se delatan por sí mismos: quien ni siquiera logra respetar la estructura de su propia lengua, no es apto para respetar ninguna otra estructura. Así de claro.

© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  3  de enero de 2011