Como ciudadano observador que creo ser, he podido notar cierta mirada preocupada en la persona de nuestro actual presidente de la Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha. Quiero pensar que don José María Barreda no puede estar de acuerdo con lo que el presidente del Gobierno Nacional está haciendo, y que está librando una lucha interior, muy difícil seguramente de resolver, entre su lealtad partidista y las íntimas convicciones morales que me permito suponerle.
Un día le vimos desmarcarse sobre la ley del aborto, en lo concerniente a esa nueva posibilidad legal de que una niña de 16 años pueda abortar sin decir ni mu a sus padres. Pero nada nos dijo sobre las connotaciones éticas de esa ley que permitirá que, en pocos años desde su entrada en vigor, podamos afirmar estadística en mano que un millón de nascituri españoles han sido asesinados en el vientre de sus madres. Y tampoco le hemos visto manifestarse sobre las aberraciones morales y políticas que el factótum de su partido está en la actualidad perpetrando, contra la voluntad, por lo menos, de la mitad de los españoles, y con la connivencia, claramente evidenciada, del resto.
No parece aventurado suponer que el señor Barreda tiene un discurso en famille, que no osa expresar en público, tanto sobre la errática y peligrosa trayectoria que José Luis Rodríguez Zapatero está siguiendo, por ejemplo, en el asunto del «Estatut», como sobre las maquinaciones de su cordobés colega «catalán». Y por ello me sorprende en extremo que no se atreva a demostrar que es un hombre de Estado y no un político a la orden, y que sabe discernir, a pesar de sus complejos condicionantes partidistas, entre lo que es bueno para España y lo que pone a nuestro país y a nuestra Constitución en el más grave de los peligros.
No son sólo los asuntos regionales los que deben ahora preocuparle, sino el negro futuro que un moderno Tenorio está fraguando para España entera.
Ante la imposibilidad de que la Oposición cumpla su misión de freno, debido a su escasez de votos y a una mejorable ley electoral, la esperanza de muchos españoles está puesta en ese lider, aún no aparecido, que se atreva a plantarse con energía – y con los «atributos» que la ocasión requiere – ante los gravísimos errores que se están cometiendo en nuestra patria. Necesitamos esa «Estatua» del Comendador que, como en el drama de Zorrilla que tanto juego ha dado en la última sesión del curso político, vuelva a aparecerse, ahora a Zapatero, para aconsejarle: «…un punto de contrición / da a un alma la salvación, / y ese punto aún te lo dan. /(…) Aprovéchale con tiento, / (Tocan a muerto.) / porque el plazo va a expirar, / y las campanas doblando / por tí están, y están cavando / la fosa en que te han de echar.» Esta cita, obviamente, sólo es aplicable a la equivocada vida política del interfecto.
© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 26 de julio de 2010