La niebla se extiende por España, pero con especial intensidad en Castilla-La Mancha. Respecto a su manifestación meteorológica, nada podemos hacer que no sea resignarnos y reducir el uso del automóvil. Pero hay otras formas de niebla que no dependen de la climatología ni de las estaciones del año, y que también afectan a España y a la Comunidad castellano-manchega. No en vano, una de las acepciones clásicas de la palabra «niebla» la define como «confusión y obscuridad que no deja percibir y apreciar debidamente las cosas o negocios». Podemos inferir, por tanto, que este meteoro que en la frondosa lengua del Imperio llaman «fog», «mist» o «haze», y también «smog» – acrónimo de «fog» y «smoke» (o sea, humo) – cuando la niebla se suma a la contaminación de las ciudades, no sólo vela y oscurece la atmósfera, sino también, y con harta frecuencia, las funciones del cerebro humano.
Así vemos que la niebla-meteoro puede dificultad unos días los aterrizajes y despegues de cuatro aviones en el Aeropuerto Central de Ciudad Real, mientras que la niebla intelectual de nuestros gobernantes regionales – y de sus adláteres – puede provocar la quiebra definitiva de un proyecto faraónico en el que se han fundido 1.100 millones de euros, es decir, 166 mil millones, ¡que se dice pronto!, de las antiguas pesetas. Algo parecido ha ocurrido con el gigantesco proyecto de «El Reino de Don Quijote, pobrecillo, que hoy vemos reducido a pura agua de borrajas. Otra enorme fortuna tirada por la ventana.
Entretanto, la tasa de desempleo alcanza el 23 por ciento en nuestra castigada región, el nivel de educación se halla a la cola de España, las inversiones productivas, o en I+D+I, brillan por su ausencia, las empresas cierran una tras otra porque no cobran de los ayuntamientos y no consiguen dar salida a sus productos, nuestros políticos se atragantan hablando de logros sociales, más de mil cooperativistas de Miguelturra siguen desde hace dos años estafados, los índices de lectura y de buen uso de la lengua están por los suelos, el ingreso por familia es de los más bajos de Europa y el ciudadano medio se ve, como decimos vulgarmente, más tieso que la mojama. Y observará, paciente lector, que apenas he enumerado una mínima parte de los problemas con que los castellano-manchegos tienen que pechar.
Efectivamente, ya nadie puede percibir ni apreciar debidamente las cosas y los negocios. La niebla prefabricada lo envuelve todo, lo tapa todo, porque ya nadie responde de nada y, a la postre, casi todos se van de rositas. Nuestro peculiar «estado de derecho» se ha ido acomodando a favor de los corruptos y de sus propósitos de eludir la acción de la Justicia. Los que generan nieblas artificiales, hábiles manipuladores de la verdad y de los hechos, están logrando sus oscuros objetivos.
Es justa, por tanto, la metáfora que extiende a las cosas y a los negocios un fenómeno que apenas debería ser meteorológico. Pero no perdamos la esperanza, que no hay niebla que no pueda disiparse. Ni siquiera el sucio e irrespirable esmog generado por el hombre.
© 2011 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día 24 de enero de 2011