Archivo de octubre 2010

La partida de póquer

30/10/2010

Aún no estamos en tiempo de elecciones, pero las malandanzas de nuestros gobernantes nos llevan a desear a diario que se convoquen cuanto antes. Es muy triste constatar la progresiva degradación de la función pública, y ese indigno «todo vale» que ha pasado a ser la tónica de nuestros políticos en el poder. Nunca nos habían parecido tan largos a los españoles los cuatro años que separan unos comicios de otros. Aunque se lo hayamos hecho saber por activa y por pasiva, el líder que democráticamente elegimos sigue haciendo oídos sordos a las exigencias de elecciones anticipadas por las que viene clamando la mayoría de los ciudadanos. Sigue sin querer enterarse de que en el alto porcentaje de españoles que censuran su actuación, se incluyen varios millones de electores desengañados que no hace mucho le votaron. En cualquier país verdaderamente democrático, un líder tan ampliamente contestado como el señor Rodríguez Zapatero habría optado por dejar hablar de nuevo a las urnas. Pero ya todos hemos descubierto, porque él mismo nos lo ha puesto de manifiesto hasta la saciedad, que en esta España que él preside la democracia es un tongo.
¿Qué se podía esperar de un político de nula formación humanística que, despreciando olímpicamente la excelencia, ha insistido en rodearse de amiguetes mediocres? ¿Qué podía esperarse de alguien que desde su más tierna juventud ha vivido únicamente de cargos públicos y carece, por tanto, de la más mínima experiencia en el campo profesional privado?
Hablemos con quien hablemos, en la oficina o el bar, en la fábrica o en la calle, ya no hay un españolito que no critique abiertamente a este ínclito señor y sus prácticas perniciosas. Ante tan insólita situación, un servidor se pregunta, atónito, ¿dónde está el pueblo ‘soberano’?, ¿dónde la Constitución?, ¿dónde el pobre Montesquieu?
Ya habíamos asistido al escandaloso desacato de la sentencia del TC en el tema del estatuto catalán, y a la claudicación ante el PNV a cambio de la aprobación de los Presupuestos del Estado; pero nos faltaba presenciar el incestuoso alumbramiento de un oscuro sindicalista para la cartera de Trabajo, y la cesión, harto preocupante, de importantísimos poderes – vicepresidencia 1ª, cartera de Interior y Portavocía del Ejecutivo – a un siempre sinuoso, y ahora todopoderoso Rubalcaba.
Ante lo que estamos viviendo, se tiene la sensación de que la política española se parece cada día más a una vulgar partida de póquer; y nuestra sufrida España, a un inmenso casino en el que se juega su futuro. Las cartas que – según se nos decía – iban a llevarnos a las más altas cotas, han demostrado ser muy malas (cuando no marcadas), y ahora, estrenada una baraja nueva, se nos promete lo mismo. Pero este juego, al que algunos atribuyen connotaciones científicas, es un mero juego de azar. Y España es mucho país para que pueda enderezarse con un simple golpe de suerte.
Vaya tela.

© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  25  de octubre de 2010

¡Viva España, carajo!

24/10/2010

Parece ser que Chile, ese angosto país que invita a caminar de lado, me la tiene jurada. Por dos veces me hizo temblar en 1977, debido, la primera vez, a la aparatosa detención por la policía de Pinochet una noche en que, ignorando la hora en que vivía, regresaba andando a mi hotel ¡en pleno toque de queda!; y, la segunda, a ese terremoto grado seis que me hizo saltar literalmente de la cama y que terminó a cielo abierto, con toda la clientela del Carrera Sheraton pululando en paños menores por la calle. Lo primero me sucedió en julio, y lo segundo en noviembre del aquel año. Dos sustos, como les digo, para ponerse a temblar, incluso al rememorarlos.
Y, ahora, esta tercera ocasión – la del angustioso rescate de los treinta y tres mineros del desierto de Atacama – que ha tenido al mundo en vilo desde el pasado mes de agosto.
Acabada por fin la pesadilla, un servidor celebra haber podido constatar el valor del esfuerzo y de la solidaridad humana, y del trabajo bien hecho que se convierte en proeza. Y también se alegra de haber podido extraer curiosas reflexiones de esa terrible catástrofe de feliz final.
La primera de ellas se refiere a la envidiable ausencia de blasfemias y palabras mal sonantes, durante todo el proceso del recate. La única interjección fuerte, pero de patriótica resonancia, fue la pronunciada por el presidente de la república chilena al ver coronados con éxito los trabajos: «¡Viva Chile, mierda!», exclamó, emocionado. Y un servidor, ante el resucitado fantasma de una España humillada, piensa que le agradaría ver a un presidente español tronar hasta quedarse ronco: «¡Viva España, carajo!». Siquiera por una vez. 
La segunda reflexión tiene que ver con el detalle de que muchos de los mineros se santiguaran al verse sanos y salvos tras su interminable encierro, y que el propio presidente de la república insistiera varias veces en dar gracias a Dios públicamente, y en primerísimo lugar, por haber hecho posible el ansiado desenlace.
La tercera – y la última, porque esta apretada columna tampoco da para más – fue la constatación de que prácticamente todos los apellidos de los mineros rescatados son de estirpe española: Ávalos, Heredia, Gómez, Peña, Sepúlveda, Bustos, Contreras, Ibáñez, Urzúa…  Apellidos de soldados o colonos españoles que un día, como ocurriera en toda la América Hispana, no dudaron en unirse a mujeres indias y en fundar una nueva raza. Dato harto elocuente para quienes, envidiosos de nuestro fecundo mestizaje, pretenden difundir la especie de un «genocidio español» que nunca tuvo lugar. 
Tres reflexiones que nos confirman la paradoja de que nuestra prole de allende el Atlántico ha sabido conservar, mejor que la madre patria, los valores fundamentales – Fe, Lengua y Conocimiento -que hace siglos les legamos.   

© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  18  de octubre de 2010

Lepanto, hito histórico

24/10/2010

Se han cumplido 439 años de la célebre batalla en la que la Cristiandad, embrión entonces de lo que hoy llamamos ‘Occidente’, zanjó el avance del Islam; y una década de aquel IV CINDAC – Congreso Internacional de la Asociación de Cervantistas – que celebramos en Lepanto del 1 al 7 de octubre del 2000. La efeméride me trae el recuerdo, en primer lugar, del entrañable grupo de cervantistas manchegos que asistieron al encuentro y con el cual, entre ponencia y ponencia, pude un día surcar las mismas aguas del golfo de Corinto en las que tuvo lugar la histórica batalla.
A ninguno de los que formamos la manchega ‘embajada’ nos será fácil olvidar el magnífico Congreso, celebrado en un monasterio ortodoxo que desde lo alto de un promontorio señorea todo el mar, ni el pintoresco acto oficial de homenaje a Cervantes que se desarrolló en el viejo puerto. ¡Qué hermosa fue la conjunción en aquel escenario de opereta de un centenar de cervantistas llegados de diversas partes del mundo, y de ese otro centenar de marinos de la dotación de sendas corbetas que las Armadas de España y Grecia habían destacado al lugar!
Como me sucede a mi, dudo que ninguno de los congresistas que viajaron desde la Mancha pueda algún día olvidar tan gratísima experiencia. Me refiero a Francisco Javier Campos Fernández de Sevilla, Pilar Serrano de Menchén, Lorenzo Menchén Madrigal, Justiniano Rodríguez, y su esposa Joaquina; Joaquín Muñoz e Isabel Fernández, y las jóvenes quijotesas Pilar Menchén Serrano y Ana Belén Gabaldón; sin olvidarme del capellán Valverde, de la corbeta española, que resultó ser oriundo ¡de la molinera Mota del Cuervo!
Allá quedó, plantada con todos los honores – el de las Letras y el de las Armas – para la posteridad, una bella escultura de bronce de don Miguel de Cervantes, en actitud de alzar su pluma a los cielos, inspirada obra del artista Javier Mir.
Y, por no faltar, tampoco faltó en nuestro grupo un original congresista que quiso homenajear a don Miguel desde su doble devoción de cervantista y soldado, vistiendo para la ocasión el uniforme de oficial de la Marina de Guerra Española que vistiera en su juventud, cuarenta años atrás. Le cupo el honor, a pesar de peinar canas – y de forzarse algo el reglamento – de obtener el permiso del comandante de la ‘Vencedora’ para sumarse a la formación como un joven marino más.
Si usted, amigo lector, viaja algún día a Lepanto, no olvide dejar una rosa al pie de ese monumento que un día plantara en su puerto un grupo de entusiastas manchegos. Y si lleva usted dos rosas, arroje la segunda al mar en recuerdo de ese español sin par que fue heroico en el combate, mucho antes de alcanzar la cima de la gloria en las Letras. Un servidor, por su parte, ruega al Cristo de Lepanto, reliquia de aquella batalla (a cuyos pies fue cristianado allá por 1935), que haga que Catalunya siga sintiéndose española; y que, junto a la Virgen del Pilar, derrame mañana sus bendiciones sobre nuestras Fuerzas Armadas.

© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  11  de octubre de 2010

Los Ángeles Custodios

07/10/2010

Al celebrarse hoy el día de los Ángeles Custodios, Patronos tutelares de la Policía desde el año 1926, este humilde columnista no puede menos de unirse incondicionalmente a la Fiesta. ¡Cómo no celebrar el hecho de que quienes exponen repetidamente su vida por proteger la nuestra, tengan también sus protectores! No se por qué todos los años, al llegar este 3 de octubre, el día en que todos somos Policía, me viene a la mente la letra, y la música pegadiza de cierta canción titulada «Send Me an Angel»  (¡Envíame un Ángel!), ¿la recuerdan?, que interpretaban los Scorpions cuando yo era treintañero. Me complace imaginar que el letrista, al componer el estribillo (Aquí estoy / ¿podrías enviarme un ángel?…), pensaba en un policía en trance de jugarse el tipo por enésima vez. Y es que me parece obvio suponer que ésta, u otra similar, ha de ser la frecuente plegaria de todo agente de policía que se enfrenta a un gran peligro, como sería la mía si yo estuviera en sus zapatos (y, además, …muerto de miedo).  
Felicitémonos, pues, por no tener una policía como la mexicana, o la de Nigeria, que son bandas delincuentes. Nuestra policía democrática, por fortuna, sobresale – al igual que nuestra Guardia Civil – por su buena formación, su sentido del deber y su espíritu de servicio a la sociedad. Y le estamos muy reconocidos por ello. Cosa lamentable es, no obstante, que también convivan en el Cuerpo, y afloren cuando menos lo esperamos, ciertos individuos corruptos que jamás debieron ingresar en él. En toda cesta de manzanas suele haber una podrida. Bástenos recordar que uno de los doce apóstoles resultó ser un malvado, y que en estos tiempos que nos ha tocado vivir uno de cada mil sacerdotes puede ser un pederasta. ¡Hasta en la corte celestial de esos Ángeles Custodios que hoy conmemoramos, hubo ese ángel caído que llamamos  Satanás! Y hemos podido comprobar hasta la saciedad que no hay colectivo humano que se salve de su influjo.  
El llamado «Caso Faisán» es, sin duda, el ejemplo más flagrante de lo que jamás debe suceder en un cuerpo de policía. La ignominia de unos pocos, en connivencia con ciertas instancias oficiales, se ha burlado de nuestro Estado de Derecho, y ha puesto injustamente en cuestión la honorabilidad de un colectivo que no se merece esta afrenta. Toca ahora a la Dirección del Cuerpo retirar valientemente de su cesto todas las manzanas podridas que alguien pretendió colarnos como fruta de primera clase. Y toca a los Ángeles Custodios señalar el único camino a seguir.

© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  4  de octubre de 2010

Esa anacrónica «O»

02/10/2010

El periodista Rafael Torres, que a menudo se ocupa de los objetos perdidos, ha querido informarnos de que al PSOE se le ha caído la «O». Se le ha caído esa «o» que antaño lo identificara como partido obrero. Tiene que haberla perdido, según afirman los maldicientes (¡cómo son!), por la zona madrileña de Serrano – Claudio Coello, en alguna urbanización de lujo, o tal vez en Punta Cana.        
Ante tan lamentable pérdida, uno es de la opinión de que las cosas siempre ocurren por algo, y que acaso ese importante partido, que fue obrero y ya no es, podría dejar de identificarse como tal (no como partido, claro, pero sí como obrero).  No pretendo con ello proponer que adopte otra sigla más acorde con su realidad actual – ineficacia en su lucha contra el paro, merma del poder adquisitivo de las pensiones, y demás desastres – sino, simple y llanamente, que acepte vivir sin la «o»; que mucho más radical fue el cambio que decidió el Partido Comunista Español en 1986, cuando aceptó prescindir de su histórica razón social para integrarse en Izquierda Unida, nueva coalición formada por los partidos de izquierda y republicanos.
A un partido que se dice progresista, digo yo, no debería preocuparle cambiar de sigla y adaptarse a los nuevos tiempos. ¿Por qué tendría que aferrarse a esa letra, ahora en paradero desconocido, cuando nadie puede negar que los proletarios de otrora – los de la vieja España de alpargata – forman hoy la clase media? ¿A qué vendría obcecarse con esa letra, a todas luces extemporánea, cuando los socialistas españoles suelen vestirse en Armani y la nueva burguesía no existiría sin ellos. Que un servidor sepa, ningún gran partido europeo se llama hoy «obrero». Están, sí, los laboristas británicos, pero todo el mundo sabe que «labor» – como «war» – es un término polisémico.
De otro lado (no hay mal que por bien no venga), la pérdida de la que hoy tratamos podría brindar al PSOE la ocasión de un nuevo look, que buena falta le va a hacer tras la etapa Zapatero. Y aunque el cambio no tuviera este objetivo, ofrecería al socialismo español la posibilidad de adaptarse al nomenclator de sus colegas de la Zona Euro que se abstienen de utilizar el apellido «obrero». Ni la Internacional Socialista fundada hace cien años, ni el Partido Socialista Europeo, padre de todas las batallas, lo han utilizado. Y sus sucursales nacionales se llaman: «Partido Socialista Francés», «Partit dels Socialistes de Catalunya», «Partido Socialista Portugués», etcétera; o, en ocasiones (las menos),  «socialdemócratas», o «laboristas», a secas. La «o» de marras, por tanto, hace tiempo que venía sobrando, porque es como la foto amarilla de una España profunda que, afortunadamente, ya ha pasado a la Historia, y…¡ojalá que nunca vuelva!
Como el marido del cuento, que va a la comisaría a denunciar que ha perdido a su mujer, y se arrepiente de hacerlo al describirla tuerta y fea, tal vez sea mejor no ponernos a buscar esa alhaja de «o» que – siempre según las malas lenguas – se le ha perdido al PSOE.

© 2010 José Romagosa Gironella
“Puntos sobre la íes”
Publicado en La Tribuna de Ciudad Real, el día  27  de septiembre de 2010